Las estadísticas actuales son apremiantes. La iglesia no está creciendo, sino reduciéndose. Podemos apuntar el dedo en cualquier dirección: la cultura secular, la política impía, los miembros hipócritas, o a los pastores a los que no les preocupa. Sin embargo, al final, cada miembro de la iglesia debe tomar la responsabilidad.
Soy miembro de la iglesia. Y apuesto a que usted también. Pero, ¿somos el tipo de miembro que cambiará estas tristes estadísticas? En alguna ocasión no he estado satisfecho con alguna iglesia. Y apuesto a que usted también. La insatisfacción es tan antigua como el jardín del Edén, y se inicia cuando hago que mis deseos y preferencias sean lo principal. Por supuesto, esta actitud se presenta en muchas formas. Decimos y pensamos cosas como: "No conecto con el mensaje", "La música es demasiado ___________", "Nadie me saluda", "nuestro pequeño grupo parece artificial", "hay demasiados hipócritas".
¿Suenan críticos estos ejemplos? Espero que no. Simplemente admito lo que he dicho en alguna ocasión. Por decirlo de manera simple, cada uno de nosotros o bien pensamos de forma bíblica en la membresía de la iglesia, o bien no lo hacemos. O bien servimos, o bien nos servimos a nosotros mismos. O bien somos miembros funcionales, o quejicas disfuncionales.
Soy miembro de la iglesia nos empuja a preguntarnos, "¿Qué tipo de miembro soy?" Durante esta evaluación, la Escritura da forma a la sabiduría de Rainer, a la vez que se fija la mirada del lector en Cristo, la cabeza de la iglesia. Y con cada compromiso, nos impulsa hacia el auto-examen, separando la diferencia entre una membresía de la iglesia insatisfecha y una funcional.
Extraído del libro: "Soy Miembro de la iglesia" por Thom Rainer.
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