“Cada cristiano es un misionero o un impostor”. Charles Haddon Spurgeon

1. En el cielo podrás alabar a Dios.
2. Podrás adorarlo y podrás cantarle cantos. 
3. Hasta podrás aprender de su Palabra. 

Lo único que no podrás hacer en el cielo es compartir tu fe con un inconverso. ¿Por qué? Porque Todos en el cielo serán creyentes. 
¿Te das cuenta de que cuando exhales tu último aliento nunca más podrás volver a hablar con un inconverso? Considerando esta verdad, 

¿Cuál es la única forma en la que podemos ser efectivos? Practicando, practicando y practicando. 
El evangelismo es un talento aprendido. Dios pone la carga en nuestro corazón de alcanzar a los perdidos pero debemos salir y empezar a practicar esas conversaciones. Lo gracioso es que cuánto más uno práctica, más fácil se torna.


Hay sólo dos momentos para Compartir tu fe

2 Timoteo 4:2-8 es una porción de las Escrituras muy poderosa. En el versículo 2 Pablo nos aconseja a que “prediques la Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. Recuerda que sólo hay dos momentos para compartir el evangelio con la gente: a tiempo y fuera de tiempo. ¡Estaría mal hacerlo en cualquier otro tiempo! Eso significa que deberíamos estar preparados para predicar la Palabra en todo momento. Date cuenta también de que cuando estemos delante de Dios para rendirle cuentas, ninguno de nosotros dirá que compartió demasiado de su Hijo. Sin embargo, muchos de nosotros nos daremos cuenta de que no lo compartimos suficiente durante nuestro tiempo en la tierra.

Practica, practica, practica. ¿Puedes pensar en alguien con quien necesitas practicar hoy? No me refiero a un simulacro, sino a una conversación con un amigo. Adelante. Ten valor. Te alegrarás de haberlo hecho. Ahora que sabemos lo que no vamos a poder hacer en el cielo, ¿qué nos puede dar el coraje que necesitamos en el Señor? El próximo capítulo nos mostrará cómo entrenar nuestra mente para empezar a ver las oportunidades que el Señor nos da en una forma diferente.
Lo único que no podrás hacer en el cielo - Mark Cahill

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