8) Sermón molusco: Es invertebrado, blandengue, gelatina escurridiza, sin argumento, sin contenido, sin tema. No termina un tema cuando comienza otro.
9) Sermón ladrillo: Son sólo ideas sin relación con la vida de los oyentes. El sermón tiene que llegar, por así decir, a la cocina de esa mujer de casa, al puesto de trabajo de ese buen padre de familia, a los pupitres de ese estudiante…Este sermón-ladrillo no llega. 
10) Sermón espaguetti: Es el que se enrolla y se enrolla sobre el mismo asunto, aburriendo a los oyentes y haciéndoles bostezar. 
11) Sermón cursillo: Es el que trata muchos temas sin concretar ninguno. 
12) Sermón repetición: No sabe sacar un mensaje del texto bíblico para sus oyentes, y lo único que hace es repetir lo que se leyó. ¿Será posible que el predicador sea incapaz de zurcir un sermón jugoso con una sola idea bien expresada? ¡El oyente no es tonto, por favor!

 
13) Sermón técnico: Es el que usa todo el tiempo lenguaje teológico que la gente no entiende (metanoia, kénosis, anáfora, parusía, epifánico, histérico, pneumático, mistagogo, escatología, transubstanciación,…). El sermón no es una clase de teología, sino una conversación cordial con sus oyentes que posiblemente no entienden nada de eso que el predicador dice. 
14) Sermón callejero: El predicador salpica todo el tiempo con jerga vulgar y chocarrera. Así se rebaja la palabra de Dios, la dignidad del profeta y la dignidad de los fieles que Pablo llama “santos en el Señor”. El predicador no debe nunca rebajarse, pues está hablando en nombre de Cristo y de la Iglesia. 
15) Sermón de mal piloto: El predicador no sabe despegar ni aterrizar, y da vueltas y más vueltas y nunca termina. “Y ya para terminar”…y vuelve a subir a las nubes…”y ya para terminar”…y vuelve a subir. Termine y punto, por favor.

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