Los criterios que utilizan los historiadores cuando se trata de determina si un documento antiguo en concreto es fidedigno.

La primera pregunta es: ¿Cuándo se escribió? Hay una enorme diferencia entre un Evangelio escrito en el año 60 de unos treinta años después del ministerio de Jesús y otro documento escrito en el 150 d.C.
Si el Evangelio de Marcos se escribió durante la década 60-70 d.C. de treinta a treinta y cinco años después del ministerio de Jesús, entonces fue escrito dentro del transcurso de la vida de numerosas personas que habrían conocido a Jesús y le habrían oído enseñar. Esto habría tenido un efecto correctivo. Sin embargo, si un documento se escribe sesenta, ochenta, o cien años más adelante, se pierde entonces esta cadena. Aunque no es imposible que un documento escrito en un periodo muy posterior a los hechos pudiera contener material auténtico, es muchísimo más problemático.

Hay una segunda, la conexión geográfica. Por ejemplo, un documento escrito en el Mediterráneo oriental treinta años después del ministerio de Jesús es más prometedor que otro escrito en España o Francia a mediados del siglo segundo.

Una tercera cuestión tiene que ver con la exactitud cultural del documento, por lo que hace a sus alusiones a la política o a acontecimientos de aquel tiempo. Este criterio puede desenmascarar documentos falsos que pretenden haber sido escritos antes de lo que realmente lo fueron. Cuando tenemos a un escritor del segundo o tercer siglo que pretende estar relatando algo que hizo Jesús, con frecuencia no conoce los detalles culturales correctos. Por ejemplo, quienquiera que hubiera escrito el así llamado Evangelio de Pedro no conoce las tradiciones de los sepelios judíos, las cuestiones relativas a la impureza de los cadáveres, y otros asuntos del tiempo de Jesús. En estos casos, los autores quedan desenmascarados por errores que ni siquiera son conscientes de haber cometido.

Están también las cuestiones de la motivación para escribir. ¿Tenía el autor algún interés personalCuando analizamos los documentos del Nuevo Testamento, es verdad que tienen un claro propósito: afirmar que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Sin embargo, hacen también toda clase de afirmaciones que pueden ser evaluadas.

Extraído de "El caso del Jesús Verdadero" Lee Strobel.

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