“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” - Romanos 10:14–17
Pablo dio razones claras de la importancia vital de toda persona que participa en la obra de Dios de alcanzar a los perdidos con las buenas nuevas del Evangelio. El primer principio, por supuesto, es que hay un único plan de salvación. Jesús es el único camino al cielo. Pedro dijo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Este es el mensaje que el mundo perdido debe de escuchar.
Pero hay muchos papeles diferentes en la obra del Evangelio. No todos son predicadores o misioneros y anuncian el evangelio en lugares desconocidos o a un gran número de personas a la vez. Pero todos pueden testificarle a sus familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo. Y todos nosotros podemos hacer nuestra parte para equipar y enviar a quienes están llevando el Evangelio a otros.
A veces olvidamos qué tan vital es cada parte del cuerpo de Cristo. No hay miembros pequeños o innecesarios del cuerpo. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, y Dios nos llama a hacer Su obra. Edmund Burke dijo: “Nadie cometió un error mayor que aquel que no hizo nada porque solamente podía hacer un poco”.
Cada cristiano tiene un papel que desempeñar en el plan de Dios para alcanzar a todo el mundo con el Evangelio — cumpla con el suyo hoy. - Paul Chappell